Esta mañana me propongo hacer una crítica de una obra poco convencional, escrita por alguien bastante heterodoxo: Vive como un mendigo, baila como un rey, de Juan Ignacio Delgado Alemany, a quien muchos conocemos como Ignatius Farray. No he querido incluir el género de la obra justo después del título porque me resulta difícil clasificarla: en puridad, no es una autobiografía al uso, pero tampoco es un ensayo en sentido estricto. Más bien cabría calificarla como un ensayo vital, esto es, un compendio de enseñanzas que Ignatius ha extraído de su propia vida y que ha decidido poner por escrito con una doble finalidad: de un lado, colocarse frente al espejo y afrontar esa imagen con valentía y sentido del humor; de otro, demostrarse a sí mismo y demostrar al lector que lo de menos son las condiciones materiales, siempre y cuando vayan acompañadas de la actitud adecuada, por desastrosas que puedan llegar a ser.
Podría decir que ha sido una sorpresa descubrir al Juan Ignacio Delgado detrás del personaje, pero en la pasada primavera ya tuve la ocasión de cruzar ese puente después de ver las dos temporadas de El fin de la comedia, que desde entonces he vuelto a ver como cuatro veces, encontrando nuevos matices cada vez. Como sucede en la serie, en las páginas de este ensayo no se encuentra al cómico histriónico y provocador que vemos en La vida moderna, o en La resistencia: por contra, lo que el lector se encuentra es la persona detrás del personaje. El individuo cuyo recorrido vital está lleno de claroscuros y de tropiezos, como el de cualquier ser humano, pero que lejos de recrearse en sus miserias ha hecho de ellas su fortaleza, proyectándolas en un alter ego que sirve para demostrar a la sociedad que, si ella nos enfrenta cada día con una sonrisa de burla absurda, lo menos que se merece es que le paguemos con la misma moneda.
De todos los conceptos que se manejan en la obra, la mayoría de gran profundidad pese a estar enunciados con el desenfado al que Ignatius acostumbra, me parece especialmente valioso el de "invertir en la pérdida". Esto es, fracasar para saber cuán bajo se puede caer y, a partir de ahí, intentar progresar sin repetir los errores del pasado... o repitiéndolos, pero siendo consciente de ello y sin construir una imagen deformada de uno mismo como "héroe hecho a sí mismo". Porque precisamente de ahí, de la auto-conciencia y de la auto-crítica más viscerales, nace la imagen más cercana posible a la realidad. Puede que esa realidad no nos guste, pero precisamente de eso se trataba; de lo contrario, la llamaríamos "pase de modelos". En definitiva, si queréis pasar un buen rato y descubrir una historia personal entrañable, os la recomiendo encarecidamente.
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